¿QUÉ ES LA CONJUNTIVITIS?

La conjuntivitis es una inflamación de la conjuntiva, que es una membrana mucosa, fina y transparente, que cubre el interior del párpado y la parte blanca del ojo (esclerótica).

Esta inflamación se produce como consecuencia de la dilatación de los vasos sanguíneos de la conjuntiva, que se hacen así más visibles y confieren al ojo un aspecto rosado o rojizo.

¿POR QUÉ SE PRODUCE LA CONJUNTIVITIS?

La conjuntivitis vírica es muy contagiosa y se produce cuando un virus, que puede estar asociado a infecciones de las vías respiratorias superiores, resfriado común o dolor de garganta infecta el ojo.

Por lo general, se trata de virus pertenecientes al grupo de los adenovirus, enterovirus y virus Coxsackie.

La conjuntivitis vírica suele comenzar en un ojo y pasar en días posteriores al otro y se caracteriza por la parte blanca del ojo de color rosado, una secreción acuosa, amarillenta o blanquecina, lagrimeo, presencia de legañas (sobre todo al despertarse), sensibilidad a la luz (fotofobia), hinchazón de los párpados, sensación de tener un cuerpo extraño en el ojo e incluso inflamación de los ganglios linfáticos del cuello.

La conjuntivitis vírica puede provocar una epidemia, ya que se extiende con mucha facilidad a través del contacto de las manos con secreciones respiratorias y oculares, lágrimas, objetos infectados por el virus como almohadas, sábanas, toallas y demás utensilios de higiene personal. Es un contacto de mano a ojo.

La conjuntivitis vírica tiende a ser leve y a desparecer a los 7-14 días de su aparición sin necesidad de tratamiento, si bien hay casos más graves, como la conjuntivitis causada por el virus del herpes simple o el virus de la varicela zóster y aquellos casos en los que la conjuntivitis provoca daños en la córnea (queratitis). En estos supuestos, la duración es más prolongada.

La conjuntivitis bacteriana es la ocasionada por la infección de bacterias en el ojo y los más frecuentes son el streptococcus pneumoniae, el staphylococcus aureus así como la chlamydia y la neisseria gonorrhoeae, causantes de enfermedades de transmisión sexual.

En los casos en que la conjuntivitis es bacteriana, la secreción suele ser más espesa y purulenta y suele durar entre 2-3 días salvo complicaciones aunque, por lo general, son necesarios antibióticos tópicos para eliminar la bacteria.

La conjuntivitis alérgica se produce por el contacto de los ojos con sustancias a las que la persona es alérgica (alérgenos), siendo los más habituales el polen, el moho, los ácaros del polvo, la caspa y pelo de los animales domésticos, los productos cosméticos y algunos antibióticos.

Cuando el sistema inmunológico de estas personas detecta la presencia de un alérgeno, el cuerpo libera una sustancia llamada histamina que produce la inflamación de los vasos sanguíneos de la conjuntiva y, por consiguiente, la aparición de síntomas que en este caso pueden ser: ardor, picor y enrojecimiento de los ojos, lagrimeo, mucosidad y congestión nasal, secreción acuosa y fotofobia e hinchazón de los párpados, sobre todo por la mañana.

Este tipo de conjuntivitis afecta a ambos ojos y no es contagiosa.

Asimismo, puede presentarse estacionalmente, es decir, solo en algunos meses del año, en concreto, aquellos en los que hay mayor cantidad de polen en el aire (primavera). O bien puede ser perenne por tener lugar durante todo el año, como suele pasar cuando se trata de ácaros del polvo y caspa y pelo de animales.

Son más propensos a padecer conjuntivitis alérgica aquellas personas que ya padecen otros trastornos alérgicos como la rinitis alérgica, el asma o el eccema.

Lo normal es que la conjuntivitis alérgica remita en cuanto desaparezca el alérgeno que la produce.

Existe una conjuntivitis que se presenta durante los mismos meses y con los mismos síntomas que la conjuntivitis alérgica debida al polen pero en su caso, la causa es desconocida y recibe el nombre de conjuntivitis vernal.

*Por sustancias químicas o cuerpos extraños en el ojo que irriten e infecten la conjuntiva, como puede ser el cloro de la piscina, el aire acondicionado, la polución ambiental, los vapores de sustancias químicas e incluso una pestaña suelta o las propias lentes de contacto.

En este sentido se denomina conjuntivitis papilar a la conjuntivitis ocasionada por el roce continuo de la lente de contacto (especialmente de las blandas) con la conjuntiva del párpado, provocando su inflamación, aunque también se relaciona esta conjuntivitis con la intolerancia al material de la propia lente como consecuencia de un uso prolongado de la misma y con el depósito de proteínas sobre su superficie.

La conjuntivitis papilar se caracteriza por la aparición en el párpado superior de pequeñas protuberancias en la cara interna del párpado superior que contienen una secreción mucoide y se conocen como papilas.

Como síntomas podríamos destacar: el enrojecimiento del ojo, picor, escozor, sensación de cuerpo extraño, lagrimeo, fotofobia  y secreción.

En estos supuestos conviene sustituir las lentes de contacto por otras confeccionadas con otro material, disminuir el número de horas de uso y propiciar una mejora en la limpieza de las lentes.

La manifestación más grave de la conjuntivitis papilar se denomina conjuntivitis papilar gigante, en la que la intolerancia a la lente de contacto hace necesario la interrupción de su uso.

Aquellas personas con síndrome de ojo seco son más propensas a padecer conjuntivitis alérgica, ya que las lágrimas actúan como barrera ante los alérgenos.

En el síndrome de ojo seco hay una disminución en la cantidad de lágrimas, una alteración de su composición o una mayor evaporación de la misma. Esto quiere decir que al verse alterada la cantidad y/o calidad de la lágrima, ésta no limpia adecuadamente los alérgenos de la superficie de la conjuntiva y se produce su deterioro, junto con irritación e inflamación.

Entre sus síntomas están el enrojecimiento, escozor, picor, fotofobia y sensación de sequedad y de cuerpo extraño en el ojo.

Se recomienda el uso de lágrimas artificiales para paliar la falta de hidratación de córnea y conjuntiva.

La blefaritis consiste en una inflamación en el borde de los párpados debido a un aumento de bacterias. El ojo seco es un factor de riesgo para la blefaritis y con frecuencia, viene acompañada de una conjuntivitis.

Produce enrojecimiento, irritación, picor y escozor.

Para prevenir esta situación conviene realizar una correcta limpieza de los párpados.

TRATAMIENTO DE LA CONJUNTIVITIS

El tratamiento de la conjuntivitis varía en función del tipo de conjuntivitis de que se trate.

Por lo general, en la conjuntivitis viral no es necesario un tratamiento médico específico, aunque el empleo de lágrimas artificiales y de compresas frías aliviará los síntomas de sequedad e inflamación. Si se emplean corticoides ha de ser siempre bajo control médico.

En las conjuntivitis graves como las causadas por los virus del herpes simple o de la varicela-zóster, se recetarán antivirales.

Si se trata de una conjuntivitis bacteriana, se suelen prescribir antibióticos tópicos para los ojos, ya sean en forma de gotas o de pomada.

En estos dos tipos de conjuntivitis infecciosas hay que extremar las medidas de higiene.

Para las conjuntivitis alérgicas suelen recetarse:

– Corticoides tópicos

– Antihistamínicos

– Antiinflamatorios

En este tipo de conjuntivitis es importante reducir la exposición a los alérgenos.

tratamiento conjuntivitis

En las de tipo irritativas provocadas por productos químicos, no hay que olvidar que constituyen siempre una emergencia médica, sobre todo las quemaduras de álcalis, ya que son ácidos que penetran con mucha facilidad en los tejidos y pueden ocasionar cicatrices, perforación del globo ocular y pérdida del ojo.

En la conjuntivitis causada por el uso de los lentes de contacto, la primera medida es sustituir de forma temporal el uso de lentes de contacto por gafas y si la conjuntivitis se desarrolla junto con blefaritis y ojo seco, resulta fundamental tanto la adecuada higiene y limpieza de los párpados como el uso de lágrimas artificiales, que aliviarán el escozor y la sequedad y suero fisiológico, que podrán guardarse en la nevera para potenciar el efecto antiinflamatorio. Si no se tuviese suero, pueden usarse compresas frías con el mismo fin.

De cualquier forma, son muchas las medidas que podemos adoptar para prevenir la conjuntivitis, como por ejemplo:

  • Cerrar las ventanas de casa y evitar salir a la calle en los días en que haya mucha polinización, sobre todo a primera hora de la mañana.
  • En cualquier caso, salir a la calle protegidos con gafas de sol.
  • Utilizar filtros antipolen.
  • Usar colchones y ropa de cama sintéticos así como evitar en lo posible alfombras, cortinas, peluches y demás artículos donde se acumulan ácaros del polvo.
  • El hogar debe mantenerse limpio y se recomienda eliminar el polvo y el uso de la aspiradora.
  • Lavado de manos con agua y jabón muy frecuentemente, sobre todo después de aplicar medicación a los ojos infectados.
  • Lavado de los ojos con suero fisiológico.
  • Para limpiar las secreciones de los ojos afectados, deben lavarse primeramente las manos y proceder a la limpieza utilizando algodón o un pañuelo desechable. Una vez acabada, se tirará ese algodón o pañuelo a la basura y se lavarán, nuevamente, las manos.
  • Nunca deben tocarse ni restregarse los ojos para que la infección no se extienda de un ojo a otro.
  • Las sábanas, toallas, fundas de almohada y, en general, la ropa de cama de la persona afectada ha de lavarse con detergente y agua caliente y lavarse las manos inmediatamente después de tocar esta ropa.
  • Esta ropa de uso personal de la persona afectada debe mantenerse separada con respecto a la ropa del resto de la familia.
  • La persona que sufre la conjuntivitis no debe compartir toallas, sábanas, fundas de almohada, maquillaje de ojos, gafas o lentes de contacto, ni siquiera el envase de éstas.
  • Si se han usado cosméticos relacionados con los ojos, la persona afectada debe tirarlos y una vez curada la infección, usarlos por completo nuevos.
  • Mientras dure la infección, la persona que padece conjuntivitis debe usar a diario una toalla limpia que ha de cambiar cada día, así como también la funda de almohada, durante todo el tiempo que dure la infección.

Para finalizar es necesario recordar, una vez más, la importancia de acudir al especialista desde el primer momento en que se detecten síntomas puesto que por lo general, si se sigue el tratamiento así como las recomendaciones médicas, la conjuntivitis no deja ningún tipo de secuela.